BRIAN OWEN. EMPANADAS TÍO LUCAS – PALOMBAR (RIBERA DE ARRIBA) – 47 HABITANTES
Sueño viable. Un obrador para elaborar empanadas de distintos sabores desde una aldea y una tienda en Oviedo para venderlas es el germen del proyecto de tres jóvenes que han apostado por reabrir el único chigre del lugar donde viven como parrilla

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

Brian Owen, nacido en Paraguay de madre vasca y padre sudafricano, junto a su mujer la lucense Estefanía Novo, tras pasar quince años formándose y trabajando en hostelería por lugares como China, Dubái, Mallorca, Barcelona o el País Vasco, decidieron que era el momento de acercarse a la tierra natal de ella. Se instalaron a tiro de piedra, en Oviedo. Una cafetería en Montecerrao fue su primer proyecto naufragado por el confinamiento de la pandemia. Luego probaron suerte asociándose con un restaurante en Bueño y aunque las restricciones por la oleada otoñal de 2020 volvieron a hundir sus anhelos profesionales, descubrieron en Ribera de Arriba un buen lugar para vivir y desde el que comenzar. Aquí, en el único chigre ya cerrado de Palombar –la aldea en la que residen– han lanzado con su amigo Mauricio Bannt un sueño que comienzan a ver viable. En su obrador elaboran empanadas de distintos sabores que venden en una tienda abierta hace menos de un mes en el centro de Oviedo. La buena salida del producto les anima a dar un paso más, reabrir el antiguo Bar El Caleyón como parrilla y también a producir su propia cerveza artesanal.

«Los tres llevamos muchos años como profesionales de la hostelería y sabemos que nadie te regala nada, hay que ‘pelearla’. De momento la acogida que están teniendo nuestras empanadas y haber sido seleccionados en las ayudas que concede EDP a emprendedores rurales, nos da la confianza para apostar en algo por lo que creemos», afirma Brian. Con poco más de un año en la región, en su conversación fluye la impronta de la llingua autóctona: «La idea fue de la muyer, un día medio en broma me dijo: en el norte con empanadas y cerveza la gente es feliz. Le dimos vueltas y lo vimos posible. Tenemos dos guajes, la pequeña, Selina, tiene cinco meses, ye asturiana y Lucas, con cinco años, está feliz porque ye como un jabalí (risas). A mí me encanta ponerme a trabajar en el obrador y ver por las ventanas este paisaje. Nos hace mucha ilusión poder volver a abrir el único negocio que había en el pueblo», desvela.

«Tardamos en arrancar por el proyecto de inversión, las licencias y la reforma del chigre para montar el obrador. Que esté aquí le da un valor añadido, como debería tener cualquier producto elaborado en una aldea y no por una gran industria, y la tienda en Oviedo pensamos que es una buena forma de dar confianza a la gente para que luego venga a visitarnos al pueblo cuando abra el bar».

Una prueba más de su compromiso con el lugar en el que han decidido criar a sus pequeños es la idea de «introducir en los pedidos a domicilio flayers con rutas que se pueden hacer por el concejo. Lo mismo que nos enamoró a nosotros nos gustaría compartirlo y que la gente viniese a dar un poco de vida». Owen cree que el medio rural «tiene y debe tener futuro. Hace falta dar facilidades a la gente de los pueblos, y no solo dinero, hacer hincapié en la formación universitaria y profesional para quien quiera emprender en el medio rural. No sé cómo se arregla el mundo, pero creo que esa sería una buena forma de empezar», opina.