BEATRIZ SÁNCHEZ ARNAIZ. FISIOTERAPEUTA – DUESO (CARAVIA) – 155 HABITANTES
Clínica rural. Cántabra con larga experiencia en el ámbito de la fisioterapia, llegó a la comarca del Sueve compartiendo el destino laboral de su marido y aquí, en una aldea, encontró el lugar idóneo para un espacio profesional dedicado a la salud del cuerpo
PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
Desde la camilla de la clínica de fisioterapia de Beatriz Sánchez Arnáiz los pacientes ven el paisaje relajante de la mole caliza del Sueve al otro lado de las cristaleras. «Esta casa antes era una cuadra, yo quería un espacio luminoso, subí al pajar y vi este panorama a través de un ventanuco. Fue una de las razones que me decidieron para comprarla, además del precio razonable en una zona donde no es fácil encontrar locales ni vivienda asequibles», explica esta profesional cántabra que abrió la puerta de su negocio hace aproximadamente un año en una aldea de Caravia con poco más de un centenar de habitantes. «Es una clínica rural con la misma equipación que podría tener la de una gran ciudad y aquí hay menos competencia. Aunque haya pocos habitantes, mi objetivo es ir atrayéndolos con servicios que se amolden a sus necesidades. Siempre tuve claro que de mi trabajo se puede vivir perfectamente en un pueblo», afirma con seguridad.
A Beatriz Sánchez la avala su experiencia anterior regentando un establecimiento similar en Colunga y, antes, en Santander. Llegó a esta comarca del oriente asturiano con su marido, trabajador de la mina de fluorita de Loroñe, y durante tres años mantuvo su clínica en la capital del concejo vecino. Luego la maternidad le hizo tomarse un paréntesis antes de decidirse a emprender de nuevo en Caravia. «Conservo parte de la clientela que tenía en Colunga, también vienen pacientes de Villaviciosa o Ribadesella. En verano la población se triplica y el trabajo, pero mi prioridad son los vecinos del pueblo, por eso mis tarifas se adaptan a su situación. Ellos están aquí todo el año y yo ofrezco un servicio de salud donde la atención primaria se queda un poco corta. También imparto gimnasia para un grupo de mujeres en un local cedido por el ayuntamiento y las oriento en hábitos saludables», explica la fisioterapeuta.
Las propias características de la zona singularizan algunas dolencias: «Estamos entre el mar y la montaña y abundan las enfermedades reumáticas por la humedad del ambiente. Enseño a combatir los dolores no solo con terapias, también con ejercicios. Tengo pacientes de todas las edades: niños, gente adulta trabajadora, personas mayores, muchas han trabajado en el campo y realizado sobreesfuerzos que ahora les pasan factura. Hay una gran demanda de servicios aquí como en una ciudad, en eso no es distinto», apunta.
Sobre las dificultades para emprender en el medio rural, Sánchez revela que en su caso «tuve suerte de que me concedieran una ayuda Leader, lo peor el papeleo, entiendo que tengan que pedir muchas cosas, pero da la sensación de que hay veces que ni ellos mismos saben por dónde llevarlo, va muy lento y hasta que te llega el dinero concedido tienes que seguir afrontando todos los gastos». El escollo principal para establecerse y para atraer población lo ve en la carencia de ciertos servicios básicos: «Si te dan una ayuda, pero no tienes un lugar donde dejar a tu niña para conciliar o comedor escolar o un médico que viene solo dos días o sin viviendas asequibles, es difícil que la gente se quede». Ella, espera vivir en el pueblo muchos años: «Y es lo que deseo para mi niña, lucho también para que tenga aquí las mismas posibilidades que los niños de una ciudad», afirma.