ASTURHUMUS. EL RELLÁN DE LA MATA (GRADO), 15 HABITANTES
Santiago Martínez y su equipo utilizan millones de lombrices rojas californianas para hacer que más de mil toneladas de estiércol se conviertan en humus de la mejor calidad cada año. Una hectárea basta para un negocio que prospera desde hace tres décadas

OCTAVIO VILLA

El cucho ha sido siempre un recurso como abono en Asturias. Pero, con el avance de la legislación, se ha ido convirtiendo en un problema de gestión de residuos para el ganadero. Parte se seca y se usa como abono, pero lo habitual es que la mayor parte del cucho y los purines acaben siendo una complicación.

En 1987, el capitán de barco Santiago Martínez Cañedo vio en Estados Unidos una granja de lombrices. Cómo la lombriz roja californiana convertía en humus de la mejor calidad (esto es, en abono natural) una gran cantidad de estiércol. Se interesó por ello y lo que le contaron le decidió. La mejor lombriz para el proceso es la antes nombrada, y tanto el animal como el proceso biológico se dan mejor allí donde hay humedad constante, agua de lluvia y recursos ganaderos próximos. «¡En Grado lo tenemos todo!», pensó el capitán, y con sus hermanos puso en marcha Asturhumus en terrenos de la familia.

Hoy es su hijo, también Santiago de nombre, quien gestiona la empresa. El funcionamiento es sencillo: con un tractor recogen estiércol de vaca y una pequeña parte de caballo de ganaderías de Grado y parte de Oviedo. «Han de ser explotaciones de extensivo, en las que los animales no coman piensos compuestos, porque buscamos que el producto sea lo más natural posible».

Una vez llega a la finca, el estiércol pasa al estercolero, donde completa una fase de compostaje. A continuación se extiende sobre una capa de geotextil en el terreno, donde las lombrices, a lo largo de mes y medio, comen todo el estiércol y lo convierten en vermicompost (una fase previa al nivel cualitativo que se autoexige Asturhumus).

La última fase es la maduración del vermicompost, que toma aproximadamente de diez meses a un año. En ese tiempo se completa el proceso de descomposición de la materia orgánica y los microorganismos que la propia lombriz aporta ayudan a que el humus integre ácidos húmicos y fúlvicos y, muy importante, equilibre su contenido de carbono y nitrógeno y llegue a un PH próximo al neutro.

De esta forma, el humus que produce esta empresa moscona «puede entrar en contacto directo con las raíces de las plantas sin quemarlas y con un óptimo proceso de absorción de los nutrientes», explica el biólogo Laureano Álvarez, que trabaja en la empresa desde hace más de una década, junto con otros dos empleados más.

Entre los cuatro, y en solo una hectárea de explotación, convierten más de mil toneladas anuales de estiércol en unas trescientas toneladas «de humus de la mejor calidad. Convertimos en riqueza lo que para el ganadero es un desecho y hasta un problema, así que todos nos beneficiamos».

Hoy, Asturhumus vende sus productos en cooperativas y en tiendas de materiales agropecuarios de toda Asturias y de buena parte del territorio nacional. La idea de Santiago Martínez es buscar nuevos terrenos en otros concejos de Asturias para poner en marcha más explotaciones, que puedan ayudar a gestionar y convertir en el abono de primera calidad que es el humus miles de toneladas de estiércol.

Su línea de productos no se limita al humus puro. También generan sustrato enriquecido, utilizando para ello un 78 o 79% de turba de máxima calidad, un 1% de perlita (que ayuda a dar estructura al suelo generado) y un 20% de humus puro de lombriz. Y una fórmula específica de sustrato para agricultura ecológica compuesta por humus de lombriz, guano, arena de sílice, fibra de coco, vermiculita, perlita y turba. Muy apreciada por los cultivadores de marihuana.

Además, comercializan guano de murciélago y aves marinas (un excepcional abono) y también las propias lombrices, que pueden convertir en humus cualquier material orgánico previamente compostado, «aunque –insisten– el mejor humus se consigue con estiércol». Y de eso, tenemos mucho.