ALBERTO CARMONA. ARTESANÍA GRANDARRASA. GRANDARRASA (SIERO) – 39 HABITANTES
Puliendo la tradición. Criado entre madera, Alberto Carmona ha seguido desde pequeño los pasos de su padre en el arte de la carpintería. Ahora, desde su taller, ve como el relevo generacional parece una utopía
LUCÍA LÓPEZ PÉREZ
A los 15 años Alberto dio sus primeros pasos en el arte de cortar, lijar y pulir la madera, aunque su trayectoria en la carpintería se remonta un poco más atrás. Concretamente, a su infancia. Su padre fue uno de los pioneros asturianos, hace medio siglo en introducirse en ese universo de serrín y olor a resina después de que «un vasco le convenciera, mientras trabajaba de maitre en un restaurante, de que se dedicase al parquet, que eso daba más dinero». Así lo hizo, adaptando el conocimiento que los años le fueron dando en la materia a los tradicionales hórreos y paneras que poblaban la Asturias de entonces.
En este ambiente creció Alberto que, al tener al maestro en casa, adquirió sin dificultad las enseñanzas de su padre. Pero el camino para él fue muy diferente, pues el tiempo le hizo testigo del agujero que se estaba abriendo en la tradición asturiana, ya que «muchas personas dejaron de usar los hórreos y ya les interesaba restaurarlos». Una situación que empujó a Alberto a buscar otras opciones laborales, para ser exactos, «en el sector del metal intenté entrar durante unos años». Pero las manos son sabias y después de que su padre tuviese que abandonar el negocio por enfermedad, Alberto tomó, hace siete años, las riendas del taller que, anteriormente, tenían en Gijón.
El negocio comenzó a crecer ya que «teníamos muchos clientes anteriores» y una compañía de seguros eligió su empresa para que se encargase de restaurar los muebles que habían sido dañados en algún desastre, como un incendio o una inundación. Así pues, «primero estuve yo solo y luego metí a un chaval a trabajar conmigo». Ahora son ocho empleados en total. Ante este crecimiento exponencial, Alberto vio la necesidad de buscar una zona más grande, tranquila y céntrica puesto que «trabajamos por toda Asturias». Y la encontró en Grandarrasa, la zona más rural de Siero donde afirma estar «encantado porque tienes todas las ventajas: estamos céntricos, no hay problemas para aparcar y vemos desde lejos Gijón y toda la polución que hay, algo que aquí no tenemos».
Aunque no todo son ventajas, ya que el acceso a internet sigue siendo una asignatura pendiente en la zona rural del concejo. Así pues, Alberto afirma que «tenemos un ‘router’, pero no tiene nada que ver con la fibra porque falla bastante», lo que le impide desarrollar una página web que pueda catapultar su negocio fuera de Asturias. Él ha vivido en sus propias carnes los problemas burocráticos de la Administración y no está de acuerdo con la política fiscal existente: «Pese a ser un negocio pequeño nos piden lo mismo que a una empresa grande. Asegurar a un trabajador ya sale carísimo, pero tienes que hacerlo». Un hecho al que se suma, además, la subida del precio de la luz y de la gasolina. Esto último es lo que más ha notado, ya que «nos desplazamos constantemente por toda la región y es una barbaridad».
Pero a Alberto lo que más le inquieta es la pérdida de la tradición familiar ante la falta de relevo generacional y la poca formación de los estudiantes de Formación Profesional que fomenta que «cada vez hay menos profesionales y eso dificulta mucho las cosas a la hora de encontrar profesionales cualificados». Ante las jubilaciones masivas de los trabajadores más veteranos, Alberto asegura haber notado «cierto desamparo». Para él la solución está en «fomentar una mejor FP», algo que «ayudaría a que se valorasen más oficios como el de carpintero y que estas profesiones no se perdieran».