MORENZ SONCINI Y ALICIA SALIARRUI. ALBERGUE EL GATO GORDO. SAN PEDRO DE PIÑERA (CUDILLERO) – 674 HABITANTES

En red. Alicia y Morenz, pareja italiana, han abierto un albergue en Cudillero que busca trabajar en red con otros negocios para ofrecer al visitante una experiencia más rica de su paso por Asturias, buscando además que prolonguen sus estancias y muevan el boca a boca

CARLOS BERNAL

Alicia Saliarrui y Morenz Soncini se escaparon de su Italia en plena pandemia, con la tabla de surf de ella y la bici de montaña de él. Con este inicio, se podría pensar en una pareja de hippies reinventados, pero su apuesta de negocio está bastante alejada de eso. En San Pedro de Piñera (Cudillero) abrieron un albergue porque «la cercanía entre mar y montaña nos enamoró a los dos», pero más allá de sus gustos personales vieron una oportunidad de negocio clara. Se trataba de que el albergue, en principio bastante orientado al servicio a los peregrinos del Camino de Santiago más deportistas, se fuera conviertiendo en un lugar más atractivo: «La idea no es abrir un hostal para que vengan a dormir, sino ofrecer a nuestros huéspedes una serie de actividades relacionadas con el deporte, la naturaleza y la gastronomía, para que obtengan una experiencia completa de lo que es esta comarca y, en vez de quedarse una noche, se queden varios días, con ofertas de turismo activo, yoga y todo lo que vaya surgiendo», explica Morenz, que tomó la idea de su viaje en bicicleta por Islandia, donde existe una red de albergues para senderistas y cicloturistas sin prisas.

Eso, obviamente, no lo puede montar una sola pareja. Para ofrecer esa experiencia global empezaron a crear redes con otros negocios locales de turismo activo: «Hemos creado alianzas con otra gente de la zona que lleva rutas en bicicleta, como Astur Bikes, que tienen un proyecto muy bonito y trabajan mucho las rutas vinculadas al Camino».

Alicia también crea red, pero por la parte del surf: «La última unión es con una escuela de surf italiana que busca alojamientos para sus alumnos en diferentes lugares de las costas europeas que tengan buenas olas». En resumen, «pensamos que la idea de crear alianzas con otros negocios locales, o también de fuera que quieran desarrollar actividades en el noroccidente, es la mejor manera de funcionar para nuestro negocio, y para nosotros de adaptarnos al territorio».

Y expresan con claridad la mentalidad que subyace a ese funcionamiento en red: «Si quisiéramos ser solo un hostal, ya hay muchos. Si nos dedicásemos solo al surf o a la BTT, también. ¿Por qué no juntarnos todos y sacar provecho de nuestra oferta conjunta?».

Idealismo, sólo como forma de vida. Para el negocio, un pragmatismo absoluto: «Booking es un primer paso para salir al mercado y nos da mucha publicidad, pero a la larga la idea es ser un sitio de referencia, crear una red de húespedes que repitan y traigan amigos con cada vez más ganas de explorar este territorio». Y si bien le pusieron el nombre, El Gato Gordo a su negocio, por la gracia que les hizo un minino intruso que no les dejaba ni a sol ni a sombra, también buscaron palabras clave como ‘riders’ y ‘house’ «para que Google nos posicione mejor». De hecho, dos clientes que están en la casa, los catalanes Mar y Josep, lo corroboran: «Fue la palabra ‘riders’ lo que nos convenció para hospedarnos aquí unas noches, mientras hacemos en bici algunas de las rutas de montaña de la zona».

Precisamente, y aunque «el occidente es tan maravilloso como el oriente», Alicia y Morenz piden «a los ayuntamientos o al Gobierno regional que señalicen y conserven las rutas, porque hay muchas, pero mal cuidadas y sin señalizar». Y, a favor, que «el Aeropuerto de Asturias nos está dando mucha vida», aprovechando el incremento de conexiones internacionales.