ALBERGUE BUEN CAMINO – SAN ESTEBAN (MUROS DE NALÓN) – 451 HABITANTES
Desembocadura del Nalón. Benjamín y Gwenaelle han rehabilitado una casa histórica de San Esteban y la han convertido en un albergue en el que los peregrinos «se sienten como en casa»
MARÍA JARDÓN
Ubicado en la entrada de San Esteban con unas espectaculares vistas de la desembocadura del Nalón, se encuentra el albergue Buen Camino. El majestuoso edificio que recibe a los peregrinos ha sido siempre un punto de referencia de la localidad, una casa con mucha historia que acogió desde la antigua Fábrica de Gaseosas y agua de Seltz, hasta una casa de comidas regentada por una mujer, última inquilina conocida de la vivienda. Todo ello y su situación privilegiada en la villa marinera es lo que llamó la atención de esta pareja que tenía en mente el proyecto del albergue «hace mucho tiempo, pero no se daban las circunstancias», como explica Benjamín Gutiérrez, uno de los propietarios.
Esta peculiar pareja, él natural de Oviñana y ella francesa, decidieron transformar esta antigua casa que llevaba 30 años vacía. Fue un proyecto que supuso «una rehabilitación muy fuerte», puesto que «sólo se mantienen originales las vigas de las habitaciones, las del techo que son vigas de madera maestras y las paredes. Lo demás está todo rehabilitado», como explica Gutiérrez. «Incluso no había el hueco de las escaleras y lo abrimos nosotros, porque arriba vivía la antigua propietaria y abajo tenía el bar», añade. Fue una rehabilitación para la que contaron con el impulso de la ayuda Leader: «En la oficina del Bajo Nalón nos guiaron en todo momento, pero la pandemia hizo que se retrasara todo mucho», recuerda.
El albergue tiene capacidad para 15 personas repartidas en tres habitaciones, una de ellas para cuatro, otra para cinco y la última para seis huéspedes. Cada una de ellas, además, cuenta con su baño propio. «El primer contacto lo tuvimos con la Oficina de Turismo de Oviedo y teníamos muy claro que queríamos un albergue diferente», apunta Benjamín Gutiérrez. «Queríamos la categoría superior en albergues e hicimos el proyecto siguiendo las pautas que nos dijeron en Turismo», añade. «También es lo que está buscando la gente, quieren hacer el Camino, pero quieren comodidad, sentirse como en casa. Es la tendencia ahora», añade Gwenaelle Gutiérrez Le Page, copropietaria del albergue y pareja de Benjamín.
Precisamente este es uno de sus principales objetivos: «Que los peregrinos se sientan como en casa, algo que conseguimos según nos dicen ellos», sonríe Le Page. «Gwen es el espíritu del albergue, queremos que sea algo familiar y por lo que vemos es así. Tras dos años vamos a volver a tener a los dos primeros peregrinos que estuvieron aquí, eso te hace pensar que lo estamos haciendo bien», añade Gutiérrez.
El albergue tuvo muy buena acogida entre los vecinos porque «es un sitio diferente a lo que hay en San Esteban» y ayuda a «dar a conocer el pueblo», señala Le Page. «Muchos peregrinos vienen y nos dicen que es un pueblo muy guapo y que van a volver con su familia. Es una manera de atraer turismo».
Ambos propietarios tienen claro que no cambian el entorno rural por nada, «supone mucha tranquilidad». Y creen que desde la pandemia son muchas las personas que se han dado cuenta de esto. Gutiérrez opina que «ha venido mucha gente joven, antes había pocos niños para ir al colegio de Muros de Nalón, 1 o 2, y ahora hay 7 u 8». En la misma línea se manifiesta su pareja. «Hace 6 años que estoy aquí y se nota mucho el cambio, las asociaciones de San Esteban se están moviendo mucho e incluso la hostelería, porque ven que la gente viene», apunta. «Hay muchos proyectos pendientes que van a ayudar a revitalizar toda esta zona. La ría está sin explotar, se pueden hacer muchas cosas todavía». concluye.