ADRIÁN GARCÍA. ARÁNDANOS EL CIERRÓN – FUENTES (VILLAVICIOSA) – 121 HABITANTES
Regreso. Natural de Villaviciosa, estudió ingeniería agrónoma en Madrid, «porque aquí no había» y trabajó durante dos años en el vivero de arándanos de una empresa americana en Sevilla. En 2018 volvió a casa para aplicar lo aprendido al negocio familiar

MARÍA RENDUELES

Adrián García regresó a Asturias para gestionar, junto a su padre Juan Carlos, la plantación de arándanos que creció con él y que se fundó en 1989, un año antes de que Adrián naciese: «Me crié con ella». Asegura que aquí se encuentra a gusto, tiene tranquilidad, «trabajo en casa» y el estrés que podía tener en Madrid y Sevilla ha desaparecido. Eso sí, hay algo que echa de menos de la gran ciudad: la oferta cultural, los eventos y la gran variedad de planes, aunque reconoce que ese tipo de ocio también lo puede encontrar en Gijón y Oviedo.

Ubicada en Fuentes, pueblo perteneciente al concejo de Villaviciosa, la empresa se ha tenido que reinventar para adaptarse a las necesidades de estos tiempos. Por eso, a través de su página web llega casi el 25% de sus ingresos. En ella ofrece más de 50 tipos de frutos: arándanos, frambuesas, moras o mini kiwis, entre otros. Exporta a más de cien clientes de toda España y Portugal.
Uno de los elementos que más ha dado a conocer a El Cierrón es su puesto de autoservicio de arándanos, al paso de la ruta ‘Los Molinos’. Desde hace tres años dejan parte de los arándanos que recolectan durante el día junto a una cesta, «totalmente descuidada», para que la gente que coja los frutos deposite el dinero allí. Asegura que este gesto les proporciona una amplia cartera de clientes de toda España, ya que «es un buen escaparate para dar a conocer los productos».

En la actualidad, El Cierrón ha aumentado sus cultivos en otro punto de la región, Santiago de Ambiedes, en Gozón. No oculta que preferiría contar con esas plantaciones más cerca, pero confiesa que uno de los problemas con los que se encuentra gran parte del sector agroalimentario en Asturias es la falta de fincas «llanas y buenas». Aunque el mayor problema para él son las comunicaciones con el centro urbano y la falta de trabajo en el medio rural y propone que la administración fomente la vida en los pueblos con ayudas e incentivos. Otra arma de doble filo es el uso de los pueblos como «ciudades dormitorio», para luego pasar el resto del día en los centros urbanos. «Uno de los mayores refuerzos sería el teletrabajo», apunta, porque así se fomentaría el ocio en las zonas rurales.

Adrián está convencido de que Asturias tiene un gran potencial agrícola. «El clima que tenemos aquí es privilegiado», sobre todo, de cara al futuro y ante la amenaza del cambio climático. Algo que, señala, ya están sufriendo en el sur de España con las sequías y las restricciones de agua en los cultivos.

El ingeniero agrónomo que vivió en Madrid seis largos años y otros dos en Sevilla, se cansó de las grandes ciudades y, «al menos de momento», no se plantea cambiar de trabajo ni de vida. Reconoce que la vida de empresario no es fácil en ningún sector: «Da muchos dolores de cabeza». Por ahora, puede permitirse disfrutar de algunos días de vacaciones. Cuando lo hace, regresa a Sevilla con su pareja, que es de allí, pero nunca pierde de vista que «cuando tienes un negocio pequeño nunca descansas y el móvil siempre está encendido».