Alfredo Martínez y Jimena Serna regresaron de Irlanda para montar una academia de español para extranjeros en una pequeña aldea de Somiedo

PABLO A. MARÍN ESTRADA

El verano es época de trabajo para Alfredo Martínez y Jimena Serna. En este de la pandemia afirman que «menos que otros años por las restricciones para viajar de muchos de nuestros clientes». Ambos son de Palencia, filólogos y hace trece años que montaron en el pueblo de La Peral, en Somiedo, la academia El Cuélebre para enseñanza de español intensivo a extranjeros. Es su propia casa.

Desde el corredor de madera donde nos reciben se divisa una panorámica impresionante del paisaje que les rodea y que les atrajo para acabar aquí. «Vivíamos en Irlanda, donde teníamos una escuela de español en Galway. Siempre nos ha gustado la montaña y un día pasamos por aquí, nos gustó el sitio y fue todo muy rápido. Compramos el terreno, hicimos la casa y nos vinimos. Queríamos probar a ver si podíamos hacer cursos de inmersión en plan exclusivo y funcionó», explican con la misma naturalidad con la que relatan que desde esa misma terraza es posible avistar ejemplares de oso. «Hace dos días, ahí saliendo del bosque se pudo ver una hembra».

Junto a José Manuel, un ganadero que vive en la parte de arriba de la aldea, son los únicos habitantes que pasan todo el año aquí. «En invierno hay unos cinco meses duros, de mucha lluvia y mucha nieve, pero lo llevamos bien. Es la época de nuestras vacaciones y de hacer algún viaje. El resto del año, de marzo a noviembre, tenemos alumnos siempre, aunque este la COVID nos obligó a cancelar los cursos hasta finales de junio, que hemos podido reanudarlos», detallan. En cada tanda reciben de uno a tres alumnos como máximo. «Viven y están con nosotros todo el tiempo, la idea es una inmersión total en la que conversar es el principal método de enseñanza. Los paseos y rutas por el entorno o las salidas para visitar otros lugares de interés de Somiedo son parte integral del programa. Una buena parte de nuestros alumnos repiten, algunos han venido nueve veces y muchos cinco o seis. Vienen de todo el mundo: británicos, alemanes, franceses, americanos… El perfil suele ser nivel económico medio-alto, ejecutivos, profesores, abogados, profesionales jubilados», apuntan.

En verano suelen estar completos, aunque este sea distinto. Es una época en que la aldea se llena de movimiento: «La zona osera, las rutas senderistas y los teitos atraen a muchísima gente. A nosotros nos gusta la tranquilidad, vivir rodeados de naturaleza, pero ver esto animado y poder ir a tomarte una caña al bar le da otro color que se agradece de vez en cuando. El invierno es largo aquí», insisten.